EL
MUNDO
3 marzo
2021
"Doctora,
estoy desesperada: mi hija no es feliz porque quiere tener la cara de sus
filtros de Instagram"
Ni a papá, ni a mamá. La niña está
obsesionada con parecerse a esa imagen 'filtrada' que tan al alza se cotiza en
las redes sociales. Quiere levantarse cada mañana y contemplar frente al espejo
esos ojos rasgados, esa piel lozana salpicada de pecas (estratégicamente 'espolvoreadas'),
esa nariz traviesamente respingona y esos labios voluminosos que tanto alaban
sus 'followers'.
Al niño tampoco le gusta la barbilla que heredó del abuelo;
la encuentra poco varonil. Está convencido de que, con una mandíbula marcada y
menos grasa en los mofletes, su vida cambiaría, que sería un triunfador.
No, por desgracia, esto no es ciencia ficción. Es la 'nueva
normalidad' de cirujanos y médicos estéticos como la doctora Gema Pérez
Sevilla: "Llevo trabajando 23 años en estética facial y he vivido muchas
cosas, muchas corrientes y muchas modas, pero, últimamente, he observado en mi
consulta cómo se multiplican los casos de pacientes con estereotipos muy
inquietantes".
Pérez Sevilla relata que, cada vez con más asiduidad, recibe
"a chicas muy jóvenes, entre 14 y 25 años, que quieren transformar por
completo sus rostros para conseguir ser como sus filtros de 'snapchat' favoritos. También me traen fotos de modelos a
las que, supuestamente, se asemejan en los rasgos para que las haga las
operaciones necesarias para ser idénticas a ellas".
Algunas, las económicamente independientes, acuden solas a
la consulta, pero "las menores de edad vienen acompañadas por sus madres
que, absolutamente desesperadas, suelen enviarme previamente mensajes en los
que me cuentan que sus hijas son muy infelices, no se quieren, odian sus caras
y quieren cambiarlas por completo para ser las que aparecen en Instagram o Tik Tok gracias a los filtros". Una tendencia que ya
han denunciado, a través de sus redes, 'influencers'
como Aretha Fuste.
¿Cuáles son esos rasgos que, presuntamente, las colmarán de
felicidad? "Los 'foxy eyes'
(ojos de zorro), esas miradas rasgadísimas que tan al alza se cotizan en las
redes, los pómulos marcados, los labios exageradamente carnosos y las narices
'perfectas'".
"A mí, como madre de una niña de 16 años -confiesa
Pérez Sevilla-, se ponen los pelos de punta cuando las recibido. No puedo parar
de preguntarme qué está pasando en las redes sociales para las niñas empiecen a
no quererse así mismas a unas edades tan tempranas porque sus caras no se
ajustan al milímetro a los cánones de belleza impuestos en el mundo
digital".
Esta doctora asegura que, según su experiencia, "son
más frecuentes los casos de las chicas, pero también hay muchos chavales, entre
20 y 25 años, que me cuentan que no les gusta su nariz, su mandíbula o su
mentón y que quieren parecer más varoniles. Hablo de chicos verdaderamente
guapísimos que se someten a una autocrítica tremendamente destructiva".
Quedarse 'fuera
del mercado'
Los más jóvenes no son los únicos que 'caen en la trampa' de
unos cánones de belleza absolutamente irreales. "Esta presión por lucir
siempre bellos y eternamente jóvenes también afecta a los más maduros. Cada vez
con más frecuencia, veo a personas, entre 45 y 55 años, que han asumido como
suyo un patrón de belleza que les impide envejecer con dignidad. Viven atormentados
por el pensamiento de que, si no están estupendos, se van a quedar fuera del
mercado, ya no resultarán atractivos o no les va a ir bien en el trabajo".
Las personas de mediana edad, cuenta esta doctora,
atraviesan el umbral de su puerta "queriendo no ser mayores, no aparentar
la edad que tienen". El caballo de batalla, por encima incluso de las
arrugas, es "la flacidez" y también están en aumento "los
tratamientos capilares".
'Positive face'
Alertada por este 'boom' de extrañas peticiones a la carta,
Pérez Sevilla ha decidido liderar el movimiento 'positive face'
para recordar que "no todos somos iguales y que la belleza del rostro
tiene muchas caras diferentes". El objetivo de esta corriente de
pensamiento, que busca el equilibrio entre la medicina y cirugía estética y el
bienestar interior, es "combatir esos estereotipos alejados de la realidad
creados en las redes sociales".
A su juicio, esta presión puede acabar alterando "la
autoestima de muchas personas que buscan en la medicina y cirugía estética
cambios que pueden provocar auténticas aberraciones". Por eso, aboga por
"proteger, sobre todo, a las nuevas generaciones frente a este
bombardeo".
"Yo soy médico estético y cirujano estético facial.
Vivo de esto y lo hago convencida de que no es algo frívolo sino de que estoy
haciendo un bien a la sociedad, que aporto mi grano de arena para conseguir un
envejecimiento saludable o ayudar a gente que está atravesando un momento
difícil", asevera.
No obstante, hace hincapié en que la necesidad de
diferenciar entre "el paciente que, independientemente de su edad, se
acepta así mismo, pero quiere mejorar y el que viene presionado por unos
estándares que lo único que hacen es alterar su autoestima y a los que, como
médico, considero que no puedo 'dar bola' porque que basan su bienestar
interior en una imposición estética llegada desde el exterior".
A su entender, "la medicina estética ha de ejercerse
desde la cordura, no desde la patología externa. Así es como lo concibo yo y me
duele que algunos compañeros, muy potentes en redes, estén frivolizando la
profesión, llevando a cabo tratamientos muy exagerados. Hay que decir basta. No
todos somos iguales", concluye.